Un funeral no es sólo una despedida, también es un reencuentro. Es habitual que en los tanatorios se reúna gente que lleva años sin verse. La muerte de un familiar o amigo suele provocar el reencuentro de personas que, a pesar de haber compartido muchos momentos importantes en el pasado, no tienen una relación cotidiana en el presente. Familiares que viven lejos vuelven, excompañeros de trabajo acuden, amigos de la infancia se presentan y todos juntos acaban conformando un grupo de gente con un único vínculo en común, el amor a la persona fallecida.
Resulta inevitable que el dolor por la pérdida esté presente en ese momento. Forma parte del proceso de duelo y es un sentimiento muy humano. Pero no tiene sentido que el dolor lo domine todo. En un funeral también puede y debe haber espacio para que las personas compartan mucho más que ese sentimiento de pérdida. “Vivo recuerdo” nació con el objetivo de convertirse en uno de esos espacios.
Las imágenes tienen un poder evocador muy poderoso y en momentos en los que la emoción está a flor de piel, como son los funerales, las imágenes cobran un poder incluso mayor. Cada fotografía del fallecido transporta a sus seres queridos a aquel momento que compartieron con él. Los recuerdos afloran con fuerza y junto con ellos, sentimientos. Los vínculos entre las personas van más allá de la muerte, eso es lo que nos hace humanos. Cuando se ha sido feliz junto a alguien, ese sentimiento perdura y no hay mejor forma de recordar a alguien que reviviendo ese sentimiento.
En los funerales, es inevitable sentir dolor, pero no debemos sentirnos culpables por tener muchos más sentimientos. El reencuentro con seres queridos, los recuerdos, la nostalgia, todo cuanto vivimos en un funeral nos remueve por dentro. Estamos ahí porque alguien a quien queremos ha muerto, pero no debemos olvidar que si hemos podido ir es porque nosotros seguimos vivos y le conocimos, compartimos momentos felices con esa persona y eso precisamente es lo que nos une a todos cuantos están también allí. Permitámonos sentirnos vivos. Dejemos que ese acto de despedida sea también un acto de amor entre los allí presentes. Un acto de reconciliación con la propia idea de la muerte como parte fundamental de la vida. Permitámonos sonreír. Compartamos con todos los recuerdos, las imágenes y los sentimientos que nos unieron al ser querido que despedimos. Los mismos sentimientos que nos unen a todos los presentes.
Es este sentimiento de grupo que surge en los funerales, esta sensación de unidad provocada por el hecho de que pronto o tarde todos vamos a morir, lo que provoca que los funerales muchas veces se conviertan en el escenario de reconciliaciones. Personas que llevaban años sin hablarse se reencuentran en un momento de debilidad y encuentran las fuerzas necesarias para perdonar.
La muerte tiene la capacidad de relativizarlo todo y cuando golpea, muchas veces consigue que las personas se replanteen sus vidas y las decisiones que han ido tomando. Además, problemas que nos llevaron a enemistarnos con alguien en el pasado y que en su momento nos parecían muy importantes, con el tiempo se vuelven insignificantes. Muchas enemistades se mantienen más por falta de oportunidades para la reconciliación que por un verdadero convencimiento de las partes. Por eso, aunque parezca el peor de los escenarios posibles, los funerales muchas veces se convierten en el lugar perfecto para que esta clase de acercamientos se produzcan. Personas que llevan evitándose años no tienen más remedio que coincidir y basta con que se produzca un pequeño gesto para que ambos entiendan que no tiene sentido seguir distanciados. En estos casos, una imagen del pasado, en la que aparezcan las dos personas enfrentadas cuando todavía se llevaban bien, junto con la persona fallecida, puede funcionar como detonante. Un recuerdo, una mirada de complicidad, un gesto de buena voluntad y sin más, el rencor da paso a la comprensión y las razones por las que se quisieron en el pasado vuelven a revelarse mucho más importantes que las razones por las que fuese que se distanciaron.
Vivo Recuerdo® llegó a los tanatorios para ayudar a las personas, por eso, que pueda hacerlo también de este modo resulta especialmente satisfactorio para todo el equipo que forma parte de este proyecto.